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A la mayoría de la gente, cuando piensa en una obra audiovisual, se le viene a la cabeza una gran película cinematográfica. Titanic, Avatar, Star Wars, son algunos ejemplos clásicos de creaciones para la gran pantalla. Si tratas de seguir el rastro de migas de pan de dichas obras, podrás observar un entramado complejo de subproductos. Secuelas, series, series de animación, tráiler, anuncios de merchandising asociado, videojuegos y multitud de productos comercializables derivados.
Cuando pensamos en dichos productos, no podemos creer que son fruto del momento. Creaciones de tal nivel necesitan planificación previa adecuada, una realización eficaz y ajustada a un presupuesto y una postproducción creativa y trabajada. Muchos profesionales dedican infinidad de horas a la ejecución de proyectos de tal magnitud. Tan solo hay que ver la duración y la infinidad de nombres que se pueden ver en los títulos de créditos de estos films.
Pero estas grandes obras no dejan de ser la punta del iceberg. A la sombra de estos colosos hay multitud de ejercicios de creatividad al servicio de fines menos elevados, aunque no por ellos menos necesarios. Películas y series de menor calibre, programas en directo, anuncios para grandes y pequeños negocios, son otros ejemplos claros. ¿Y los productos menores? Vídeos para redes sociales, banners de publicidad, sesiones corporativas, conferencias, webinars, streamings e incluso producto de consumo privado como vídeos de bodas, bautizos y comuniones (las famosas BBC), nada se libra de ser una creación meticulosamente planificada, presupuestada y realizada por profesionales. Al menos no si se desea un resultado óptimo.
En el mundo del Smartphone, teléfonos con cámaras al alcance de todos, la tentación de calificar cualquier vídeo grabado con la improvisación de un dedo nervioso de producto audiovisual de calidad profesional está presente. Tanta como la de comparar una jugada de un partido entre amigos como digna de las de Messi, Cristiano y demás. La calidad se obtiene a base de trabajo, y ahí entra una industria que reúne talento y lo transforma en espectáculo.
Las productoras audiovisuales, responsables de todo lo que ves
Si volvemos al ejemplo del inicio, veremos en los títulos de crédito no solo nombres de profesionales individuales, sino también de empresas y marcas. Estas compañías realizan subtrabajos de menor envergadura en un esfuerzo combinado de compartimentar tareas para desarrollar simultáneamente elementos y aligerar tiempos. A su vez, estas contratan otras menores, para tareas especializadas. El Ranchito, empresa española de efectos especiales, saltó a la fama por realizar únicamente el efecto del agua en las películas de Hollywood. Con su sistema bautizado como Real Flow, fueron incluidos en las mayores producciones audiovisuales hasta ganar un Oscar de la Academia de Cine en 2008. Y eso solo fue por una pequeña parte de su actividad. Como decía Walt Disney, "Sólo espero que nunca perdamos de vista una cosa: que todo empezó con un ratón".
Como siempre, quedarse en lo más conocido nos limita. No dejemos que los arboles no nos dejen ver el bosque. Hay miles de funciones que los colosales conglomerados de empresas responsables de estas mega producciones no van a ofrecer al mercado audiovisual. Nadie va a poder contratar a Spielberg para dirigir su campaña de publicidad salvo que el proyecto sea de un calibre descomunal.
En esos trabajos, que al final acaban siendo más visibles y necesarios para el funcionamiento y el día a día de cualquier empresa o profesional, están otros prestadores de servicios capaces de grabar tanto un programa que se pueda emitir en la televisión, como realizadores de campañas publicitarias para medianos y pequeños negocios que quieren dar mayor visibilidad a su producto. Cuanta más gente sepa de ellos, mayor será su incremento en ventas. Y aquí entra nuevamente las empresas creativas: las productoras audiovisuales.
Nueve tipos de productoras y su integración en el modelo actual de mercado
Puesto que estamos hablando de un mercado tan amplio y con un tipo de cliente y necesidades a satisfacer tan variadas, la variedad de empresas audiovisuales pueden cambiar mucho de unos entornos a otros. Veamos algunos ejemplos de ello:
1) Grandes productoras audiovisuales cinematográficas o de ficción: Son las empresas que tienen más elevados presupuestos, las responsables directas de las mayores obras audiovisuales, las llamadas Majors. Disney, Sony, DreamWorks son solo unos ejemplos. Se trata de compañías tan colosales que traspasan la barrera de la productora audiovisual y extienden sus redes a otros modelos de negocio como los servicios de streaming o los videojuegos y consolas.
2) Productoras de creación derivada: son las empresas dedicadas a partes muy concretas de la creación audiovisual que por su complejidad o uso específico no sería de utilidad tener en plantilla para las Majors. Empresas de efectos especiales (tanto físicos como virtuales, los VFX), etalonadoras (correctoras de color de vídeo), mezcladoras de sonido y realizadoras musicales… La cantidad y variedad es tanta como la necesidad que a los realizadores les surja.
3) Productoras audiovisuales de documentales o realidad: Suelen ser empresas destinadas a la creación de contenido televisivo desde un punto de vista documentalista o de investigación. Enfocan su producción a trabajar por proyectos, con o sin financiación previa, y se tratan de empresas híbridas que mezclan modelos periodísticos con otros de realización audiovisual.
4) Productoras de televisión: Orientadas al directo o la transmisión en diferido de programas de entretenimiento, en muchos casos pertenecen al mismo grupo propietario de los canales de televisión. Son los responsables de los bloques principales de los programas, aunque no se suelen encargar de la ficción ni de los derivados como publicidad.
5) Productoras de carácter corporativo: Enfocadas a la realización de eventos, grabaciones de vídeos de empresa o webinars para la transmisión de protocolos a los empleados, su función suele ser la de dar servicio demandado por su cartera de clientes, siendo trabajos muy específicos.
6) Productoras publicitarias: Muy en auge por el desarrollo de las redes sociales y la necesidad de visibilización en medios como televisión o digitales. Se enfocan a creación de campañas promocionales usando multitud de elementos tales como vídeos, gifs o post en redes sociales destacando en creatividad pero estando subordinados a la creación de contenidos publicitarios y de branding.
7) Creadoras de pequeño producto para uso privado: Son las encargadas de la grabación de eventos personales como bodas o celebraciones varias, así como otros pequeños servicios.
8) Empresas destinadas a la creación orientada a producto: Son las productoras que desarrollan los elementos audiovisuales destinados al ecommerce en plataforma como Amazon y también en catálogos privados o plataformas de venta online.
9) Productoras audiovisuales 360: Son las más versátiles. Modelos híbridos como Occam Agencia Digital, que no solo aglutinan funciones de creación de ficción, corporativas y publicitarias, sino que también se dedican a la realización de campañas publicitarias, profundizando al ofrecer servicios de SEO y SEM, Inbound Marketing, desarrollo blockchain y de respuesta con el cliente. Al tratarse de empresas tan versátiles, pueden atender la mayoría de necesidades de sus partners. Su funcionalidad las hace óptimas tanto para empresas que deben cuidar muchas facetas de su posicionamiento publicitario como de las que solo necesitan un servicio concreto.
¿Por qué contratar una productora audiovisual 360 como Occam?
La respuesta es simple: se trata de empresas orientadas a lograr la máxima satisfacción de sus clientes y que poseen capacidades menos limitadas que otras compañías encaminadas a mercados menos concretos. Si una asesora audiovisual puede realizar los vídeos, grabar los webinars o las reuniones corporativas, crear campañas publicitarias y posicionarte en buscadores con técnicas SEO, la ganancia es indudable.
Tanto si tu necesidad se enfoca a darte más visibilidad, branding o posicionamiento online, una empresa que realice la mayoría de los servicios necesarios será capaz, no solo de orientar en la dirección correcta la realización de dichos bloques de producción audiovisual, sino que también coordinará todos sus elementos. A mayor coordinación, mejor cohesión y mayor identidad de marca o producto conseguida.